El 27 de mayo de 1937, en plena guerra civil, 456 hijos e hijas de republicanos embarcaron en el trasatlántico Mexique, que zarpó desde Burdeos rumbo a México. Estaba previsto que permanecieran allí tres o cuatro meses, pero la derrota republicana y el inicio de la Segunda Guerra Mundial transformaron su exilio en definitivo. Los «niños de Morelia», llamados así por el nombre de la ciudad mexicana que los acogió, nunca regresaron a su tierra natal, y los pocos que lograron hacerlo, varias décadas más tarde, se encontraron con un país, unos hermanos y unos paisajes que ya no reconocían.
Includes the Actas of the Society.
Este libro investiga cómo los dirigentes del imperio de los Habsburgo desarrollaron y aplicaron una política marítima central para los Países Bajos y nombraron a un almirante del mar o almirante-general para ese propósito. También explica por qué los Habsburgo no pudieron finalmente tomar el control de los asuntos marítimos de los Países Bajos, a pesar de la ayuda de los poderosos señores borgoñones de Veere, que ocuparon el almirantazgo entre 1491 y 1558. Desde su zona de influencia en la isla de Walcheren en Zelanda, conocida por ser una localización estratégica para los Países Bajos debido a su posición central entre Holanda, Flandes, Amberes y el mar, consiguieron una situación ventajosa para ejercer el almirantazgo. El resultado no sólo ofrece una perspicaz visión de la organización de la armada, el comercio marítimo y la industria pesquera, el derecho de corso y de presa en los Países Bajos de los Habsburgo, sino que también aporta una nueva perspectiva del éxito marítimo posterior de las Provincias Unidas.
La fuente de Neptuno se ve colapsada por miles de hinchas del Atlético de Madrid que festejan ruidosamente el título de Liga tras dieciocho años de sequía. Mientras, a muy pocos metros de allí, en el Museo Thyssen, unos ladrones han robado dos célebres marinas: La señal de peligro, de Winslow Homer, y El Martha McKeen, de Edward Hopper, y huyen aprovechando la confusión de la multitud. Los cuadros robados acabarán por unir sus destinos con los de tres barcos muy diferentes: el Argon, viejo mercante que naufraga en medio de una terrible tempestad; el Bernard, un esbelto velero bautizado en honor al legendario navegante Moitessier, y el Sniper, el suntuoso yate de un oscuro magnate ruso que guarda entre otros secretos el de una afición inconfesable. Al hilo de una trama policiaca, las tres historias que confluyen en Los nombres de los barcos navegan en rumbos de colisión, alternando derivas, escalas, temporales y naufragios en un apasionante relato que recorre buena parte del Mediterráneo y rinde homenaje a las grandes novelas de aventuras.
“No ofrecer tus conclusiones a nadie”, dice uno de los personajes de este libro, como expresión de deseos, como premisa de la existencia. Los breves cuentos de Lucía Lorenzo pretenden eso: exponer una situación, un momento, física y emocionalmente, y que el lector saque sus conclusiones. Con la determinación de “buscar en lo anodino algo más” presenciamos un desfile de historias que, como las ideas, “viajan en vagones llenos, repletos, oscuros, desordenados”.