
«Una de las grandes novelas del siglo» (Rafael Conte, El País) Bella del Señor es una de las cumbres novelísticas de nuestro siglo, obra de Albert Cohen, un autor inclasificable y desconcertante que ha sido comparado con Shakespeare, Proust, Musil, Céline y Charlie Chaplin. Situada en Ginebra y en Francia, en 1936, en una época en que el antisemitismo alcanza en Alemania su paroxismo, Bella del Señor relata, con lirismo romántico unido a una ironía feroz, la relación exasperada entre Solal, judío, alto funcionario de la Sociedad de las Naciones, y Ariane, la aristócrata aria casada con un subordinado de Solal, desde su encuentro hasta la agonía final, pasando por la conquista, la pasión y la implacable degradación de los sentimientos. Para combatir la saciedad, los amantes recurren a todos los medios: celos retrospectivos, humillaciones morales y todas las recetas eróticas: este libro de amor es también un retrato de los horrores de la carne. Tanto por el análisis de los celos como por el relato de la seducción o por su pesimismo radical, casi metafísico, respecto al mito del amor puro, Albert Cohen, en esta búsqueda del Absoluto a través del amor, nos ha...
El señor Sí podía hacer un montón de cosas diferentes y divertidas, pero lo que nunca había aprendido era a decir no. ¿Y usted, querido lector, responde con un sí cuando, con honestidad y amabilidad, hubiese querido decir no? Una divertida historia para todas las edades, sobre la importancia de la comunicación y la asertividad. Mr. Yes could do a lot of different, funny things ... but he’d never learned how to say “no.” So what about you? Have you ever smiled and said “yes,” when what you really wanted to say was “no”? A fun story for readers of all ages, about the importance of communication, and being assertive.
«P. G. Wodehouse es el escritor más divertido que haya vertido sus ideas sobre un papel» (Hugh Laurie) La creación más querida de P. G. Wodehouse es el tándem del amo y el sirviente formado por Bertie Wooster, afable y bobalicón, y Jeeves, su ayuda de cámara y protector. Éste es un primer Ómnibus Jeeves, al que seguirán otros. En ¡Gracias, Jeeves!, Bertie Wooster se siente muy disgustado. Los vecinos se han quejado de su práctica persistente con el banjo y decide instalarse en el campo. Ante esa perspectiva desoladora, Jeeves declina acompañarle. Bertie rechaza con altivez el ultimátum y se refugia en la casa de campo de un amigo, pero la paz se verá trastornada hasta alcanzar una situación candente que sólo Jeeves podrá enfriar. En El código de los Wooster, el embrollo gira en torno a una jarrita de leche con forma de vaca que debió de pertenecer al tío Tom pero, mediante una artimaña, fue adquirida por sir Watkyn Bassett. Bertie se ve obligado a robarla y queda a merced de una chantajista. Ahora necesitará la ayuda de Jeeves más desesperadamente que nunca. En El inimitable Jeeves, el enamoradizo Bingo Little, amigo de Bertie, ha quedado prendado de...
En El señor del huerto culminan, a mi juicio, las dotes de narrador y los aciertos de expresión de este escritor. No quiero ni siquiera esbozar el argumento de la narración para evitar que este prólogo, además de inútil, como casi todos los prólogos, irrite al lector anticipándole las peripecias de los entrañables personajes de la ficción. Pero sí quiero aludir de algún modo al contenido para ilustrar mi aserto de que la novela es un canto a la amistad. Y en este momento se me ocurre sospechar si toda la obra narrativa de Olaizola no es eseñcialmente esto mismo: un canto a la amistad. Volviendo al punto de partida de la carrera del escritor A nivel de presidencia, me encuentro con que el prologuista, Ricardo Diez Hochleitner, estampa las siguientes palabras: «Bienvenido, pues, este libro, por el doble motivo de haber sido escrito por un amigo y por hacer de la amistad, frente a la codicia material y el egoísmo, un grato motivo literario, pues su inteligente crítica de ciertos ambientes del mundo de los negocios va acompañada de un tinte de humor y de gracejo en el lenguaje en el que apunta él perfil humano del propio autor.» Manuel Cerezales en el prólogo del...
La búsqueda de sus orígenes le llevó al más fascinante de los destinos. Cuando el joven periodista Curro Mencía descubre que van a vender Lux Domini, la casa familiar donde pasó unos veranos rodeado por amigos de infancia, siente cómo un torrente de recuerdos se desencadena dentro de él. Allí, su abuela Uke, una mujer indomable y apasionada, protagonizó una tumultuosa e intensa historia de amor con un aventurero escocés que se marchó a África dejándola embarazada. En los muros de la casona resuenan todavía ecos que Curro, junto a la irresistible Mónica, deberá interpretar para desvelar los secretos, algunos emocionantes, otros terribles, de su propia familia. Reseña: «El señor de las llanuras transmite la sensación de haber sido escrita con gozo, sin dejar de cuidar el lenguaje y engarzar atinadamente metáforas como chispazos.» Las Provincias
En el primer cuarto del siglo XXI el reino de España se había desintegrado y todos los territorios, que entonces se denominaban comunidades autónomas, se constituyeron en países independientes. Pronto comenzaron a guerrear entre ellos por los recursos, o por supuestos derechos históricos que algunos adujeron. El Estado central se había descompuesto, principalmente, por culpa de políticos corruptos que estaban a las órdenes de la oligarquía financiera. La avaricia de esta casta no tenía límites y fue su perdición. La clase social claramente desfavorecida estaba compuesta por el ochenta por ciento de la población: millones de desempleados hambrientos y hordas de asalariados con trabajos precarios y mal pagados, que nos les permitían vivir con un mínimo de dignidad y, un día, llegados al límite de la opresión tolerable, se negaron a trabajar y a servir a los opresores. Exigieron un mejor reparto de la riqueza y un sueldo digno universal, que el gobierno de turno les negó. Hubo, además, una huelga generalizada indefinida y muchos grupos disímiles de gentes airadas se unieron y asaltaron infinidad de establecimientos comerciales, y el caos se extendió.
El periodista y detective por vocación Samuel Hamilton tendrá que enfrentarse a seres despreciables obsesionados con el poder y el dinero, y que no dudan en eliminar a todo aquel que se entrometa en sus asuntos, en esta quinta entrega de la serie. San Francisco, 1963. Carlos y Roberto, dos hermanos que trabajan en Conklin Chemical, sufren una severa intoxicación mientras limpian un contenedor. Solo Roberto logra sobrevivir, pero su estado es muy crítico. Samuel Hamilton se encarga de cubrir la noticia, mientras sigue investigando unos extraños sucesos ocurridos en Chinatown: veintiún ancianos del barrio han muerto de forma inesperada. En análisis forense demuestra que todos ellos habían bebido agua embotellada de la misma marca, que contenía una cantidad mortal de arsénico. A medida que avanza la investigación, Samuel se da cuenta de que los dos casos están relacionados. A cada nueva revelación, va adentrándose en una compleja trama de corrupción en la que se ve involucrada una de las más sagradas esferas del poder: la justicia.
Una noche, en un milisegundo después de las 9:00pm comienza la historia de Mi FunEral.